miércoles, 5 de diciembre de 2012

Click

Desde hace unos 3-4 años juego con mis sobrinos madrileños de 7 y 10 años de vez en cuando. Unas veces me tomo el encuentro más en serio como una clase, otras veces el tenis se convierte en juegos como el "matapollos", consistente en que mis sobrinos se ponen al fondo de la pista y yo les intento dar con la bola desde la otra pista. Desde hace un par de años su "obsesión" era jugar un partido. Yo les insistía que sin entrenamiento no se podía jugar partidos, pero al final acababa cediendo a su deseo. Además, ¿en dónde está escrito que no se pueden jugar partidos sin entrenar? En ningún sitio, así que a jugar!. Los puntos de los partidos no duraban más de 2 o 3 golpes. Desde finales de este verano comenzó a verse un cambio en su juego. Un día, hace unas semanas, pensé en practicar lo que había leído en un libro del que he hablado aquí en una entrada, cuyo título es "El juego interior del tenis". En este libro, el escritor,  que ha sido entrenador en un club, se planteó un día la siguiente premisa: "Qué ocurriría sin en vez de enseñar a jugar al tenis al estilo clásico, dando infinidad de instrucciones técnicas para repetirlas una y otra vez hasta hacer el movimiento automático y minimizar los errores, buscamos otra manera de "asimilar" ese movimiento. Primero haríamos el golpe tal como nosotros creemos que es correcto. Luego nos fijamos en una persona que sabe jugar, en como se prepara para el golpe, como se mueve durante el golpe, y como acaba el mismo. Y posteriormente somos nosotros los que intentamos imitar ese golpe." Ese día había en la pista de al lado un chico dando una clase con su profesor. Se lo planteé a mis sobrinos, sabiendo que no me iban a decir que no, y nos pusimos a ello. Al principio no fue muy fructífero en cuanto al éxito del golpe, pero si lo era en cuanto a la colocación respecto a la bola. Al final algún que otro golpe salió. Si no recuerdo mal, por supuesto acabamos jugando al "matapollos". Pero les ví que habían mejorado mucho. 


Hace un par de fines de semana quedé con ellos para jugar. Les lancé la primera bola y esta me volvió varias veces seguidas. El swing de la raqueta era fluido en uno de ellos, mientras que el otro buscaba su mejor manera de ser fluído, y lo conseguía!. Yo me quedé asombrado. Era como si les estuviese enseñando a andar en bici y les soltase el sillín para que andaran ellos mismos. La pelota pasaba ocho veces por encima de la red. Diecisiete veces, nuevo record!. Veinticuatro, veces seguidas!. Hasta llegamos a veintisiete. Y hubíesemos podido posiblemente llegado a más, si no fuese porque yo empecé a fallar. Parecía que en su cerebro algo había hecho click. Y parece que en el mío también.
Nunca he jugado al tenis tal como estoy jugando ahora. Tengo la impresión de verme a mi mismo jugar desde fuera de mi, como si tuviese otro punto de vista fuera de la pista y pudiese observarme a lo lejos. Los golpes salen solos, casi sin pensarlos. Winners de derecha, aces, voleas, remates. Todo juego de ataque. No todo sale desde luego, pero los aciertos compensan a los errores. Incluso bajo presión van saliendo las cosas. Y es una gozada esa sensación de control bajo presión. Lo saboreo en el momento, pero sobretodo, después de dejar un tiempo de reposo.
Y todo comenzó en aquellos partidos de McEnroe por la televisión.




miércoles, 4 de julio de 2012

6-7 4-6 Placer y derrota

Llevo tiempo buscando el sentido en mi tenis. Esta búsqueda viene de un cambio en la filosofía de jugar. Me ha resultado un gran reto personal afrontar este cambio, algo que aparentemente no es más que un juego. El juego visto desde el punto de vista que no hay nada que perder. Pero esa idea cambia cuando el tenis pasa de un origen lúdico a uno competitivo, competitivo entrecomillado pues no hay que olvidarse que esta clase de tenis es para mortales.
Llevo tiempo sin escribir en este blog pues no encontraba una razón para ello. Eso mezclado con el pozo personal-emocional en el que caí hace tiempo hizo que no encontrara motivo para escribir.
En el tenis hay un punto de referencia, un punto focal, un punto de equilibrio desde el que el juego se desarrolla. Tu rival. Un rival que en mi caso tiene dos caras: amigo o desconocido.
Mi tenis hasta los 36 años era un tenis para jugar con amigos, con gente conocida, con juegos conocidos. Y la filosofía se basaba en la apetencia por jugar. Vamos a jugar. Jugamos con unas reglas establecidas con un entorno establecido y conocido. Mi conocimiento sobre ti te hace vulnerable si yo se tus debilidades. Las debilidades se aprenden experimentalmente.
Al introducirme en el mundo competitivo la filosofía inicial mía seguía siendo la misma, "jugar por jugar". Pero llegó a un punto de inflexión en el que esa filosofía perdió su valor. Y entró una nueva idea para mi completamente desconocida "jugar para ganar".
Esta nueva idea fue haciendo mella en mi forma de jugar. Lo que antes era un simple golpe ahora se convertía en un break que podía ser clave para ganar el partido. Lo que antes una doble falta no era nada, ahora se convertía en una guillotina que te cortaba las pelotas.
Y me perdí en esa nueva idea, en esos nuevos pensamientos. Y me perdí en otro tipo de pensamientos aún más destructivos. Lo que antes servía ahora no era útil. Entonces decidí cambiar mi tipo de juego. Me volví mucho agresivo. Las personas con la que jugaba eran muy conservadoras y sentía la necesidad de ser más agresivo. Pero al aumentar el riesgo aumenta el error. Luego mi juego se fue volviendo más errático, más aleatorio, más impredecible. Y eso me ha llevado a perder y perder y perder partidos contínuamente.
Perdí la esencia de mi juego, jugar por disfrutar, para encontrar la esencia del error, la frustración. Y esto me llevó a un gran bache mental.
Pero hoy es el día que he disfrutado de mis errores...y de mis aciertos. El resultado global es efímero. Lo que cuenta es la sensación, aquella sensación perdida años atrás.
Lo que cuenta es que alguien te está esperando después de un partido intrascendente.
Alguien a quien has perdido.
Alguien a quien tienes la esperanza de volver a ganar.
La pelota da en la cinta...
¿Cae de tu lado o del otro lado?
Se verá en el siguiente partido.