sábado, 12 de julio de 2008

6-3 6-1

Empiezo con el partido de hoy. Después de una dura semana buscando apartamento por Madrid llego al viernes bastante cansado. El día anterior me dió un bajón por la tarde-noche y me quedé sin fuerzas. Duermo fatal, despertándome contínuamente angustiado, como faltándome el aire. En vista el cansancio y de que tengo que jugar el partido a las 20:30 me intento tomar una siesta para ir descansado. Pero no consigo descansar demasiado. Así que el primer planteamiento del partido está claro: "dosificar". He jugado una vez contra mi oponente pero no recuerdo quien es. Creo que le he ganado. Al verlo en persona me acuerdo de él y si efectivamente le había ganado y por su nivel de tenis le debería de ganar otra vez. Y aquí nos encontramos con una de las típicas cagadas de los que nos gusta el tenis y no llegamos al nivel de un pelo de la pantorrilla de Nadal. Vas todo confiado, piensas yo a este tío lo machaco. Y hay amigo. No sabes como, tuvo mucha suerte o lo que sea y el otro siendo muy inferior a ti, te gana. Así que hay que tomárselo con calma. Calma que parece haber en la pista. Poca gente, buena temperatura, el sol ocultándose poco a poco.

Se inicia el peloteo. Vas viendo como le pega tu contrincante. Una bola alta que la pega con la caña, el revés cortado todo el rato, se coloca mal para golpear, etc. Vamos que la bola que te viene es impredecible. Podríamos llamarle a este tipo de jugador "bombón", apetitoso en un principio pero nunca sabes lo que te va a tocar. Una de las cosas más fascinantes a nivel aficionado en el tenis es la técnica del saque. Si ya en el tenis profesional ves técnicas de saque curiosísimas (véase Bartoli), a nivel de gente de la calle puedes ver auténticas obras de arte. Podría en un futuro hacer una clasificación sobre este tema. Pues bien, voy a intentar describir el saque de mi oponente. Supongamos que una persona tenga un apretón en el monte y se dispone a agacharse para aliviarse. Se va agachando doblando las rodillas hasta ponerse en cuclillas. Pues supongamos que el sujeto está en una pista de tenis, con una bola de tenis en la mano izquierda y la raqueta en la mano derecha. Dobla las rodillas a medio camino de estar en cuclillas y pone el brazo entre las piernas con la bola señalando hacia abajo, para con un súbito impulso hacia arriba con las rodillas sube el brazo y tira la pelota hacia arriba. Finalmente golpea la pelota como puede. Conclusión, saque impredecible, con festival de movimientos.

El sorteo lo gana mi contrincante y elige sacar. La idea del partido es ir poco a poco, buscando sensaciones y confianza, osea con tranquilidad. Bien esta es la idea. Primer saque y el resto lo mando al quinto carajo 15-0. Bien, ¿como era la idea?, sí, venga con tranquilidad. Segundo saque de mi oponente y resto a la red después de darle una buena hostia. Vale. En condiciones normales ya me empezaría a calentar la cabeza, pero en vista de lo bajo que ando de fuerzas pienso que es normal. Intento cambiar el chip pero nada, pierdo el primer juego a base de errores no forzados. Cambiamos de pista y empiezo a sacar. Primer punto lo pierdo 0-15. Otro error no forzado. Las típicas ansias cuando sabes que tu contrincante es peor que tu. Bueno, al final me consigo centrar y gano el juego 1-1. El siguiente lo gana mi oponente, cambio de lado y saco de nuevo. Y llega la primera cagada del set. Sin saber como, fallando sin parar, pierdo el juego. "No soy como Nadal. La distancia entre el juego de Nadal y el mío viene a ser la distancia que hay entre el primer segundo del big-bang y el segundo en el que está ahora el universo en expansión. Y no puede ser mayor porque es imposible, que si no lo sería." Pierdo 3-1. Hay que redefinir la situación. La ansiedad me está haciendo perder los puntos. Hay que pensar punto a punto. Esto por supuesto no se piensa fríamente. La gente que vamos con una mochila con las raquetas por la calle pensamos a nivel de la calle. Cualquier pensamiento es un deseo casi inalcanzable. Pero bueno, con entrenamiento vas encontrando resultados. Al final le rompo el saque y me pongo con 3-2 a su favor. Sacando, el 3-3 me da mucha confianza y pienso "ahora es el momento". En estos momentos es cuando te tienes que olvidar de tu condición de humilde mortal con raqueta en mano y pensar en jugar valiente. Y da resultado. Le rompo el saque jugando consistente y agresivo. 3-4 a mi favor. El siguiente juego es clave, me pondría con 3-5 y podría presionar para ganar el set. Juego con mucha carga emocional, nervioso, igualdad por la importancía de los puntos y consigo sacar el juego. Y ahora le paso la patata caliente a mi rival. Pero pasa algo que no me gusta nada. La trampa. Jamás entenderé a las personas que juegan al tenis y hacen trampa aún sabiéndolo. Una bola que claramente bota antes de la línea me la canta como mala. Realmente me produce tristeza este hombre comportándose así. Jugar sucio en un juego al que juegas por afición. Si me dices que es una partida de póker y te juegas una pasta tiene su lógica, pero joder es una diversión. Esto me hace recordar que ya me había pasado en el anterior partido. Paso de entrar en polémicas porque no me quiero descentrar y le llevo ventaja. Al final las cosas en su sitio 3-6 gano el primer set.

El segundo set no tiene mucha historia, 6-1 y partido. En ese momento del juego y en vista de lo ocurrido en el último juego del primer set se pone de manifiesto uno de los factores que yo creo más influyen en el resultado de los partidos, "el orgullo". Tema muy importante éste para nosotros los aficionados del tenis. En un futuro estaría interesante una reflexión sobre este tema. Mi pensamiento en el comienzo del segundo set fue: "con trampas, pues te vas a enterar". Arma de doble filo. Esta vez el filo iba hacia mi rival. Y me salió bien. Tomé más riesgos, jugándome golpes ganadores. Entraron bastantes. También ayudó la temperatura que bajó cuando ya casi era de noche. Incluso hubo algunos puntos bonitos. Lo único en lo que no estuve muy fino fue en la volea. Fallé algunas. Se nota el cambio de cordaje, el promix es más duro que el NGR2 y se van más bolas de fondo con la volea.

Finalmente como teníamos tiempo jugamos un tercer set con 6-2 a mi favor.

Al final contento. Sin haber jugado un tenis espectacular he sacado el partido como debería. Vuelta a casa, unas deluxe para celebrarlo y hasta el siguiente partido.

3 comentarios:

Litoswonder dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Litoswonder dijo...

Amigo mío, dice vd. diversión pero lo suyo va más allá de una mera afición. Se lo toma con tanta fruición que bien podría considerársele profesional.
Si, el factor emocional cuenta y mucho. Aquellos que son de cabeza fria tienen mucho que ganar en los deportes de "larga duración". Y por las venas de vd. corre una sangre espesa como los glóbulos acelerados de Bruce Banner a punto de transformarse. Tanto, que como salga mal todo se puede ir al traste. Pero como los años y la experiencia (en la derrota) son un grado, uno va aprendiendo a convivir con el esfuerzo, la amargura, las trampas pero también con el éxito y los cortos pero intensos momentos de felicidad que dan ganar un partido de aficionados.
Siga vd. por esa línea, pero no se salga, que le cantarán "out!".
Ya lo decía aquel eslogan: "La vida es un duro deporte". Y yo añado: "pero tiene sus compensaciones".

Saludos desde el lado oscuro.

los torreznos dijo...

Siendo uno de esos escasos españoles a quien no le interesan los triunfos del tenis hispano he de reconocer que lo leido me provoca cierto gusanillo al profundizarse en los vericuetos mentales de los jugadores con raqueta.
Imagino que la distantancia de pensamientos entre el mundo amateur y el profesional debe ser inversamente proporcional a la distancia que el autor plantea entre él y su referente. Ahí radica gran parte de mi interés: lo escrito ayuda a profundizar en la complejidad de género humano.
Leería con sumo gusto más cómentarios de esta índole e incito al protagonista a que haga reales esas disertaciones sobre el orgullo, la trampa u otros temas de enorme interés para el deporte patrio.
Ya se sabe, el éxito radica en la constancia.
Cordialmente, uno del público